domingo, 3 de mayo de 2020

Alfonso Reyes

Alfonso Reyes
Nació el 17 de mayo de 1889 en Monterrey, México. Su padre, el general Bernardo Reyes, era por entonces gobernador del estado de Nuevo León y de Doña Aurelia Ochoa de Reyes. 
Estudió en la escuela Manuela G. Viuda de Sada, el Instituto de Varones de Jesús Loreto y el Colegio Bolívar, y el bachillerato en el Liceo Francés de la Ciudad de México, y estudió Derecho en esta ciudad.
En 1909 fundó, con otros escritores como Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos Calderón, el Ateneo de la Juventud. Cuando tenía 21 años de edad, publicó su primer libro "Cuestiones Estéticas".
Alfonso Reyes, a quien con justicia se le ha llamado el mexicano universal, afirmó que la cultura radica esencialmente en la inteligencia humana.
Según su definición: "El ensayo es la literatura en función angular".
Algunas obras de Alfonso Reyes son "la experiencia literaria" (1942), "El deslinde. Prolegómenos a la literaria" (1944), y "tres puntos de exégesis literaria" (1941).
Reyes se convirtió en el principal animador de la investigación literaria en México, y uno de los mejores críticos y ensayistas en lengua castellana.
Murió en 1959 en ciudad de México, víctima de una afección cardiaca.
Ancila: esclava.





ENTREVISTA EN ENTORNO A LO MEXICANO
(FRAGMENTO)

ALFONSO REYES

¿Qué es lo máximo? ¿Cómo es el mexicano? La interrogación no es de ahora. Le he dado actualidad una escuadra de jóvenes filósofos que ha encarado recientemente la cuestión con un nuevo espíritu, desde un punto de vista superior y aséptico, y purgándola de todas las ruindades del nacionalismo.
¿?
Sí, me refiero a los jóvenes que han iniciado la colección México y lo mexicano dirigida por Leopoldo Zea. La colección contiene preciosas contribuciones al tema y señala una etapa en el desarrollo de nuestra cultura.
¿?
En efecto, se me hizo el honor de invitarme para que yo no inaugurara esta colección, no con un nuevo ensayo especial, sino con las páginas relativas al asunto que andaban dispersas en mis libros y que, por eso mismo, no se distinguían bien en el conjunto.

Octavio Paz

Octavio Paz
Octavio Paz Lozano, nació en la Ciudad de México, el 31 de marzo de 1914 fue un poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano.
Además obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1990 y es considerado uno de los más influyentes escritores del siglo XX así como uno de los más grandes poetas hispanos de todos los tiempos.
El joven Paz sentía especial predilección por la de literatura hispanoamericana, que impartía Carlos Pellicer con una voz como venida de ultratumba, decía Paz.
Sus ensayos nos invitan a reflexionar sobre la idiosincrasia de la identidad nacional, otros tocan temas tan diversos como el amor, la poesía, entre otros.
A partir de su ensayo "Laberinto de la soledad", publicado en 1950, Octavio Paz se convierte en una voz buscada en México, aunque se inicia antes.
Paz escribe poesía desde niño y reflexiones de tipo ensayístico desde la adolescencia. 
Idiosincrasia: manera de ser.


MÁSCARAS MEXICANAS
(FRAGMENTO)

OCTAVIO PAZ
Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me parece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro, máscara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación. Tan celoso de su intimidad como de la ajena, ni siquiera atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede desencadenar la cólera de esas almas cargadas de electricidad. Atraviesa la vida como desollado; todo puede herirle, palabras y sospecha de palabras. Su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arco iris súbitos, amenazas indescifrables. Aún en la disputa prefiere la expresión velada a la injuria:

al buen entendedor pocas palabras. En suma, entre la realidad y su persona se establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de impasibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también, de sí mismo.

El lenguaje popular refleja hasta qué punto nos defendemos del exterior: el ideal de la hombría consiste en no rajarse nunca. Lo que se abren son cobardes. Para nosotros, contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse en una debilidad o una traición. El mexicano puede doblarse, humillarse, agacharse, pero no rajarse, esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad. El rajado es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad es constitucional y radica es su sexo, en su rajado, herida que jamás cicatriza.

Jorge Luis Borges


Jorge Luis Borges
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo nació el 24 de agosto de 1899.
Era hijo de Jorge Guillermo Borges, un abogado y profesor de psicología con aspiraciones literarias y de Leonor Acevedo Suárez, uruguaya, traductora.
En Buenos Aires publicó en la revista Cosmópolis, fundó la revista mural Prisma (de la que sólo se publicaron dos números) y también publicó en Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi.
En 1923 Borges publicó su primer libro de poesía, Fervor de Buenos Aires. Instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924 publicó Luna de enfrente e Inquisiciones. 
En 1983 visitó España por última vez para recibir la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y participó en los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. En París, el presidente Miterrand le hizo entrega de la Legión de Honor.
Fueron los últimos años de viajes ya que a finales de enero de 1986 fue internado en el Hospital Cantonal de Ginebra. El 14 de junio murió en Ginebra. Fue enterrado el cementerio de Plainpalais.



EL TAMAÑO DE MI ESPERANZA
(FRAGMENTO)

JORGE LUIS BORGES 
A los criollos les quiero hablar: a los hombres que en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que el sol y la luna están en Europa. Tierra de desterrados natos es esta, de nostalgiosos de lo lejano y lo ajeno: ellos son los griegos de veras, autorícelos o no su sangre, y con ellos no habla mi pluma.
Quiero conversar con los otros, con los muchachos querencieros y nuestros que no le achican la realidá a este país. Mi argumento de hoy es la patria: lo que hay en ella de  presente, de pasado y de venidero. Y conste que lo venidero nunca se anima a ser presente del todo sin antes ensayarse y que ese ensayo es la esperanza. ¡Bendita seas, esperanza, memoria del futuro, olorcito de lo por venir, palote de Dios!

¿Qué hemos hecho los argentinos? El arrojamiento de los ingleses de Buenos Aires fue la primera hazaña criolla, tal vez. La Guerra de la independencia fue del grandor romántico que en esos tiempos convenía, pero es difícil calificarla de empresa popular y fue a cumplirse en la otra punta de América. La Santa Federación fue el dejarse vivir porteo hecho norma, fue un genuino organismo criollo que el criollo Urquiza (sin darse mucha cuenta de lo que hacía) mató en Monte Caseros y que no habló con otra voz que la rencorosa y guaranga de las divisas y la voz póstuma del Martín Fierro de Hernández. Fue una lindísima voluntá de criollismo, pero no llegó a pensar nada y ese su empacamiento, esa su sueñera chúcara de guachón, es menos perdonable que su Mazorca. Sarmiento (norteamericanizado indio bravo, gran odiador y desentendedor de lo criollo) nos europeizó  con su fe de hombre recién venido a la cultura y que espera milagros de ella. Después ¿Qué otras cosas ha habido aquí? Lucio V. Mansilla, Estanislao del campo y Eduardo Wilde inventaron más de una página perfecta, y en las postrimerías del siglo, la ciudá de Buenos Aires dio con el tango. Mejor dicho, los arrabales, las noches del sábado, las chiruzas, los compadritos que el andar se quebraban, dieron con él. 

Carlos Monsiváis

Carlos Monsiváis
Nació en la ciudad de México el 4 de mayo de 1938, considerado como uno de los grandes autores contemporáneos en lengua española, personaje relevante del mundo cultural de su país.
Cursó estudios en la Escuela Nacional de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. Dirigió suplementos culturales en los más importantes diarios y revistas de México y durante mucho tiempo fue asiduo colaborador de múltiples publicaciones periódicas. 
Monsiváis cultivó especialmente la crónica y el ensayo, con una temática y un interés estrechamente relacionados con los problemas actuales y comprometidos con las luchas populares de México y América Latina. 
Se considera el padre de la crónica moderna mexicana. Si estilo es principalmente crítico, utiliza la ironía y el humor ácido para, por un lado, poner en evidencia a la realidad, y por otro, divertirse a costa de ellas.
Su aguda inteligencia se manifiesta a través de una eficaz ironía y de su estilo crítico, festivo y desenfadado. Sus crónicas periodísticas se recopilaron en numerosos volúmenes.
Pero su género predilecto fue el ensayo, en el que trató variados temas relacionados con la cultura mexicana.



ESCENAS DE PUDOR Y LIVIANDAD
(FRAGMENTO)
CARLOS MONSIVÁIS
Ciudad Juárez, septiembre de 1986. La plaza de toros a lo que da, y Juan Gabriel entre los suyo. Estoy feliz de hallarme entre ustedes.

 El de ahora es otro desagravio implícito, uno más de la serie iniciada hace un año, con motivo de la publicación de un libelo doblemente sórdido, Juan Gabriel y yo, obra de la perfecta vileza de un Joaquín Muñoz, secretario de ídolo, que divulga anécdotas íntimas o imágenes comprometedoras. Como nunca, se desprecian las leyes en materia de respeto a la vida privada, y la prensa amarillista se extasía y publica algunas fotos hasta el hartazgo.

En el encono contra Juan Gabriel actúa el odio a lo distinto, a lo prohibido por la ética Judea-cristiana, pero también se manifiesta el rencor por el éxito de quien, en otra generación, bajo otra moral social, hubiese sido un paria, un invisible socialmente. ¿Cómo se atreve a atreverse?. Toda proporción guardada, el caso de Juan Gabriel es semejante al del escritor Salvador Novo. A los dos, una sociedad los eligió para encumbrarlos a través del linchamiento verbal y la admiración. Las víctimas consagradas. Los marginados en el centro. Ante el acoso, Novo se defendió con el uso magistral de la ironía y la creación del ubicuo personaje irónico también llamado Salvador Novo; Juan Gabriel con el sentimentalismo de doble filo y la fabricación de un gusto popular.